TEATRO PERUANO PARA NIÑOS EN EL SIGLO XX
Un día con Los Grillos nos presentábamos en Art Center, estábamos cambiándonos y desde el camerino se oía todo. Entonces un chiquito le dice a otro: "Ahora van a salir unos señores que parecen de verdad pero son de mentira". Y Jorge Flores dijo: "esa es la mejor definición de lo que es un actor". Entrevista con Aurora Colina, Caslit, 2016.
IN ILLO TEMPORE
(En aquellos tiempos)
Durante las primeras décadas del siglo XX, sin la televisión ni la radio, la Diversión familiar se dividía entre pequeñas carpas de proyección repartidas en el centro de la ciudad y tertulias caseras acompañadas por pianolas eléctricas.
El teatro fue un tercer espacio: capocómicos, zarzuelas y operetas imperaban en los escenarios. Una de las compañías más conocidas fue la del italiano Demetrio Baronti, que inicio actividades en el teatro Politeama en 1902 con la zarzuela El Rey que rabió, con actores infantiles.
Siguiendo esa tradición, hacia la década de 1930 no fue raro ver compañías familiares y en ellas pequeños actores que hacían de adultos, como la Compañía Infantil Hermanos Gassols.
Aún el teatro no era exclusivo para los niños. Aquellos telones pintados, la música en vivo y los fastuosos vestuarios se dirigían a las familias. No existía un público diferenciado. Pero ella habría de cambiar. (*)
EL MAESTRO DRAMATURGO
En 1956, Jorge Basadre, incorporado al ministerio de Educación, invita a Alfredo Macedo Arguedas (Puno) a ser profesor especial de teatro escolar en Arequipa. Allí Macedo produce más de cien piezas teatrales que se presentan en colegios arequipeños.
Resalta en sus obras la función didácticas del teatro: guiar la formación estética e intelectual de los niños y aplicar el arte para educar deleitando. Su visión cultural y su amplia producción se dejan notar en la publicación de tres volúmenes de teatro infantil y en los distintos dramas que publica. El maestro de escuela como dramaturgo es una constante en la relación entre el teatro y la educación. (*)
LA DIVULGACIÓN DE LA DRAMATURGIA
Guillermo Ugarte Chamorro difundió el ejercicio, promoción y aprendizaje del teatro en la escuela, aprovechando el impulso dado a la educación en el gobierno de Manuel A. Odria.
Desde la ENAE (1949-1956), Ugarte promovió la enseñanza del teatro en colegios públicos por egresados de dicha escuela; llevó funciones gratuitas a colegios y sindicatos. Posteriormente, desde el TUSM (1959-1988), propició la escritura de nueva dramaturgia a través del Concurso de Teatro Escolar.
La preocupación educativa se centra en el acceso a un repertorio dramático compuesto por textos clásicos y la nueva dramaturgia, escrita para los concursos. (*)
La preocupación educativa se centra en el acceso a un repertorio dramático compuesto por textos clásicos y la nueva dramaturgia, escrita para los concursos. (*)
1970 AGITACIÓN TEATRAL
Esta década se inicia con otro momento clave: la fundación del Grupo Teatral Abeja en 1971. A cargo de Ismael Contretras y Juana Medina de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD), Abeja inicia una intensa labor recopilando narraciones populares para luego optar por una dramaturgia propia.
Sin dejar de lado el aspecto pedagógico de la época, Abeja es uno de los primeros grupos que vive exclusivamente del teatro y de la itinerancia por el país y las zonas más apartadas de Lima.
Sobre estos años César de María escribe en el 2000: "El teatro para niños era, a fines de los 70, una de las actividades más fervorosas y creativas de la escena nacional. En ella se reunían los mejores artistas (músicos, dramaturgos, directores, actores, etc.) para trabajar usando técnicas innovadoras que en el teatro para adultos eran mucho menos comunes [...] El teatro épico, el musical convencional, la pieza didáctica y otras formas nuevas, e incluso experimentales -además de las tradicionales- eran corrientes de la escena infantil. La diferenciación entre teatro para niños y para adultos era casi ilusoria, pues los adultos disfrutaban mucho con estas creaciones, y los grupos de teatro para chicos también se dedicaban a los grandes, con puestas frascas, inteligentes y pretenciosas: Telba, Los Grillos, Abeja, Kusi Kusi y otros educaron el buen gusto y la capacidad inquisitiva de una generación de teatristas que hoy, 25 años después, sigue dando frutos...". (*)
FIN DE SIGLO CRÍTICA, INVESTIGACIÓN Y FESTIVALES
Durante los noventa, tras la época de crisis económica y violencia, el país ingresa a otra de intensos conflictos políticos. Sin embargo, en la escuela infantil prosiguen y se refuerzan algunas actitudes, como la crítica especializada y la investigación. Bertha de León, en la sección "Viendo teatro para niños" (diario El Comercio), comentó y registro casi en su totalidad los grupos y estrenos de aquella década.
En la investigación teatral se halla Ernesto Ráez: actor, directos, dramaturgo, profesor y el principal historiador que ha analizado y periodificado a fines de los 90 el teatro para niños de todo el siglo. Ráez y Miriam Reátegui fundan en 1976 el Centro Cultural Nosotros, que en los años 1985 y 1989, en plena época de conflicto, organizó los Festivales Internacionales de Teatro para la Infancia y la Juventud (FESTIJ PERÚ), cuya última edición fue en 1994.
Este tipo de impulsos promueve la continuidad en provincias de proyectos masívos, como el Festival de Teatro Escolar Túpac Amaru (FESTTA) a lo largo del centro del país; en Trujillo, el Festival Internacional de teatro para Niños y, en Huancayo, el Festival de Teatro para la Primaria Paco Yunque (FESTEPY), entre otros. (*)
KUSI KUSI, ALEGRÍA ALEGRÍA
"Culturalmente el campesino tiene un sentido mágico. El teatro de títeres da vida a algo inanimado de la misma forma que él le da vida al agua, ala tierra..." Gastón Aramayo.
En quechua, Kusi Kusi significa "Alegría Alegría"; e este es el sentido elegido por los esposos Victoria Morales y Gastón Aramayo para iniciar sus actividades en 1963, tras conocerse en un curso de teatro didáctico por el profesor Emilio Galli.
Kusi Kusi Teatro y Escuela de Títeres emprendió un largo recorrido por Europa y Asia con el afán de conocer el mundo artístico de la marioneta. Entre los años 1964 y 1970 trabajaron en Bolivia y Chile. Luego regresaron al Perú.
En 1973, inician sus temporadas en una antigua cabaña de madera en el Parque de la Exposición, en Lima. Pronto, el contexto político les permite recorrer el país auspiciados por la SINAMOS. Presentaban funciones y dictaban talleres de títeres para niños y maestros rurales. (*)
FELIPE RIVAS MENDO, DE PROFESIÓN TITIRITERO
"He tomado las recopilaciones de las fábulas quechuas recogidas por Arturo Jiménez Borja, Francisco Izquierdo Ríos y José María Arguedas. La fábula quechua difiere de la europea: la peruana enseña al niño a enfrentarse a la naturaleza y vencerla; la europea transmite valores éticos y morales..." Felipe Rivas Mendo.
De niño Felipe Rivas Mendo asistía a las funciones de títeres en su ciudad natal, Chiclayo, entre ellas las de Amadeo La Torre, uno de los más reconocidos titiriteros de la mitad del siglo XX.
En la década de 1950, ingresó al Club Teatro de Lima donde conoce a Sebastián Salazar Bondy, quién le contó las maravillas que causaba el arte del títere en otros países.
En 1961, debutó con su grupo Pinocho e inicio sus viajes por el país dictando un sin número de talleres con el objetivo de apoyar la educación y el desarrollo comunal. Fue director del Instituto Peruano del Teatro de Títeres y publicó manuales dirigidos a los maestros. Durante los años 70, en el INTE, fue guionista de dos experiencias claves de la década: los programas La Casa de Cartón y Titeretambo. (*)
LOS PIQUERAS, EL LENGUAJE DEL CUERPO
"El mimo representa la fábrica, el árbol, el viento, el agua, la tristeza, da origen a los símbolos de la vida, su estética es rica, pero su lenguaje es desconocido para el público. Es necesario que el lenguaje del gesto se vuelva familiar como el habla..." Juan Piqueras.
Juan Piqueras inicio su labor de mimo en 1962 en la Concha Acústica del Campo de Marte. Al año siguiente, el director chileno Sergio Arrau dicta un curso de mimo en el TUSM Organizado por Guillermo Ugarte Chamorro donde Juan conoce a Carmen Caro.
Desde entonces, este matrimonio ha emprendido una labor incansable. Con más de docena y media de obras propias no cesan de participar en festivales y encuentros metropolitanos y nacionales de mimo. Durante la década de 1970, su experiencia con la reforma educativa en diversos pueblos jóvenes de Lima fue llevada al cine mediante un corto dirigido por Nora de Izcue.
En 1995, fundan la Sala Juan Volatín, en homenaje al poeta José María Eguren en su hogar de la Bajada de Baños en Barranco. (*)
1980 LOS MÚSICOS AMBULANTES
Si bien 1972 fue el año de fundación del grupo Yuyachkani, una década después, en 1982, es que estrena Los músicos ambulantes, una de las puestas más emblemáticas de su trayectoria y del teatro para niños en el Perú.
Bajo la dirección de Miguel Rubio, esta obra inspirada en Los Saltimbanquis de Sergio Bardotti y Luis Enríquez y en Los Músicos de Bremen de los hermanos Grimm, se convierte ante el público infantil en la metáfora de una nación diversa. Sus personajes, interpretados hasta la actualidad por las hermanas Ana y Deborah Correa, Teresa Ralli y Augusto Casafranca, representan distintas regiones del Perú, difundiendo donde vayan el carácter de los habitantes de costa, sierra y selva.
Desde su estreno no ha dejado de presentarse tanto aquí como en el extranjero. Ideada para un público infantil, su escenificación tanto en la urbe como en las zonas rurales, en centrales de obreros y sindicatos ha sido entendida de formas distintas pero con un fin claro y programado: la búsqueda y el encuentro de la identidad al interior de un solo pero diverso país.
Esta década también será importante en cuanto publicaciones de teatro para niños. Asimismo, surgirán diversos grupos que recogen las experiencias de años anteriores, como Retama, Maguey, Alondra, La Tarumba, Los Juglares (Trujillo), Huerequeque (Chiclayo) y muchos más.
Palabras de agradecimiento al personal de la "Casa de la Literatura Peruana", por el apoyo prestado para la realización de este reportaje fotográfico.
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Fotografías: son propiedad de Gino L. Ataucusi Arenas.
Nota aclaratoria:
Fotos, afiches, textos, objetos y vídeos, son propiedad de sus respectivos autores.
(*).- Textos
Narraciones incluidas en la exposición.
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